El 2 de febrero se celebró en el IBEC la reunión inicial de un proyecto transnacional coordinado por la postdoc del grupo de Nanobioingeniería Beatriz Prieto. El proyecto, ‘Desarrollo de herramientas innovadoras para la Ocratoxina A', evaluará y afrontará la amenaza que supone para los humanos y animales la exposición a las micotoxinas (metabolitos fúngicos) en los alimentos.

La Comunidad de Trabajo de los Pirineos lo financiará durante dos años, y cuenta con socios franceses del Institut National Polytechnique de Toulouse, vascos del Centro de Tecnologías Electroquímicas (CIDETEC) y el Institut Català de Recerca i Tecnologia Agroalimentària (IRTA), además de varios socios industriales.

La ocratoxina A (OTA) es una micotoxina común que contamina una amplia variedad de productos animales y vegetales – incluidos cereales, café, cacao, frutos secos y productos de la vid – durante su almacenaje. Los estudios muestran que la absorción de OTA en el aparato gastrointestinal causa lesiones agudas y crónicas en riñones e hígado, y en humanos su presencia se ha asociado con un aumento de la incidencia de tumores en el aparato urinario superior, lo que ha llevado a su clasificación como posible carcinógeno.

Las técnicas usadas actualmente para detectar la OTA son caras y poco eficientes, y los participantes usarán nuevas tecnologías basadas en nanomoléculas llamadas aptámeros para desarrollar una gama de herramientas de detección innovadoras, seguras y efectivas. Además de coordinar el proyecto, el grupo de Nanobioingeniería del IBEC diseñará y optimizará bioensayos y biosensores basados en estos componentes sensores innovadores para permitir mayor sensibilidad y especificidad en la detección de micotoxinas, y que además sean fáciles de usar

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