Dejamos atrás el Black Friday, con el bombardeo publicitario para comprar todo tipo de objetos con descuentos, y entramos de lleno en la campaña de Navidad, que cada año se adelanta un poco más. Las próximas seis semanas las tiendas estarán abiertas y las calles comerciales magníficamente decoradas de luces y música.

Sabemos que ese consumo desmedido es insostenible. Somos conscientes de que la política desechable porque “un día es un día” va asociada a procesos industriales con fuertes impactos negativos sobre el medio ambiente (consumo de recursos naturales limitados, contaminación de agua, transporte y emisiones atmosféricas) y, a menudo, acompañados de poca transparencia sobre los derechos sociales de los trabajadores (productores, transportistas, repartidores, equipos de venta…).

El entorno no lo pone fácil, pero los consumidores debemos luchar por promover nuevos modelos de consumo relacionados con la reparabilidad de los objetos, el alquiler por delante de la adquisición y siempre buscando la calidad y la facilidad de gestión del residuo. La economía circular debe ser una realidad. Todas las partes estamos interpeladas, gobiernos, industrias, campesinado, ganadería y por supuesto, consumidores eligiendo adecuadamente.