Después de tener unas semanas de récord de calor por un mes de abril hace días que llueve en todo el territorio. Hemos pasado de ver playas llenas de gente a volver a tener las montañas blancas de nieve. Variaciones térmicas imprevistas, vamos con la manga corta y el paraguas, todo a la vez. ¡Es primavera!

Los días se alargan y las temperaturas agradables invitan a realizar actividades al aire libre y en contacto con la naturaleza. Los mercados se llenan de colores y olores de primavera. Los espárragos, guisantes y fresas se abren paso entre alcachofas, calabazas y brécoles.

Los alimentos de temporada son los que se encuentran en su mejor momento de maduración en esa época del año. Han crecido de forma natural en los árboles o en el suelo sin necesidad de aplicar productos químicos de crecimiento rápido. El hecho de que no pasen tanto tiempo en las cámaras frigoríficas y que no se apliquen pesticidas, favorece la conservación del medio ambiente.

El consumo de productos de temporada y de proximidad disminuye el impacto del transporte sobre la producción de CO₂, favorece el mantenimiento de la agricultura tradicional, respetando la economía local y el medio ambiente.

Las restricciones de agua que se han impuesto para hacer frente al estado de emergencia por sequía han puesto en evidencia la importancia de cuidar al sector primario local. A la hora de elegir buscamos las opciones dan valor a campesinos y ganaderos. Cada vez existen más redes, cooperativas y asociaciones de campesinos y ganaderos que acercan los productos locales a los consumidores. ¡Primavera y producto local son una sinergia inmejorable!