Y ya hemos llegado a Navidad…
El 21 de diciembre comienza el invierno astronómico y después de la noche más larga del año, enseguida llega la pausa navideña. La llegada del invierno nos recuerda a nuestra vulnerabilidad como individuos. La climatología es adversa, y la naturaleza nos escatima sus frutos y sentimos más que nunca la necesidad de reforzar los vínculos de nuestra comunidad y mantener viva la esperanza de que la naturaleza va a revivir.
Llega tiempo de descanso laboral y cambio de rutinas. Son días de encuentros familiares y ratos largos en torno a mesas llenas de comida y regalos. Fácilmente se cae en excesos y desmedidas y actualmente, ante una emergencia climática sin precedentes y desigualdades sociales que no dejan de crecer, vale la pena actuar con responsabilidad.
Intentar conseguir que el consumo consciente en Navidad no sea misión imposible no significa que dejemos de preparar los platos preferidos que sólo comemos rara vez al año o que los más pequeños de casa se queden sin su regalo.
Consumo consciente y responsable en Navidad puede ir orientado a reducir la desmesura y el desperdicio de comida o buscar que las compras tengan un impacto positivo. Hacer regalos inmateriales, elegir alimentos de empresas del territorio con valor añadido o comprometidas con la integración social, escoger bienes de bajo impacto ambiental o provenientes de intercambios, pueden ser ejemplos de ello.
Vivimos estas fiestas de forma relajada, con espíritu renovador y hacemos vivir la Navidad a las personas que nos rodean de forma agradable y positiva, pensando también en las personas necesitadas de nuestra comunidad.
¡Que pase una Feliz Navidad!