
El sol es el reloj natural
El 21 de junio es el solsticio de verano: el sol llega a su punto más alto en el cielo y en muchas culturas es tradición celebrarlo con fiestas y rituales. El sol marca el tiempo y tiene una gran influencia en la agricultura. Por eso las sociedades antiguas hicieron de los solsticios —de verano e invierno— y de los equinoccios —de primavera y otoño— fechas clave en los calendarios agrícolas.
Las primeras celebraciones registradas del solsticio de verano se remontan al año 3.000 a.C. en la antigua Mesopotamia, donde los sumerios honraban a Utu, el dios del sol. Muchas culturas han venerado el sol y han construido templos diseñados y alineados con el sol. Aún se conservan grandes muestras arquitectónicas relacionadas con este culto: las pirámides de Egipto, el Templo del Sol del Machu Pichu, el Santuario Ise o Stonhenge son algunos ejemplos.
A pesar de que no nos guiemos por el reloj natural, seguimos celebrando la noche más corta del año con fuego, música, danza y pirotecnia. Es un buen momento para celebrar la llega del verano, conectar con la naturaleza y encontrase con amigos y familia.



