
Carolina Aguilar, CEO y cofundadora de INBRAIN Neuroelectronics: «Las personas son lo primero en una empresa, antes que cualquier producto»
Su pasión por el trabajo es profundamente inspiradora. Se define como creadora de equipos ganadores, innovadora y en constante aprendizaje. Su determinación refleja la vocación por cambiar la vida de las personas, como las de los pacientes con Parkinson, enfermedad que sigue de cerca desde su etapa como investigadora en Estados Unidos. Ahora, como CEO de INBRAIN Neuroelectronics, tiene como objetivo revolucionar las terapias neurológicas con su interfaz cerebro-ordenador de neurología de precisión en tiempo real.
Vuestra misión es decodificar y modular todo el sistema nervioso. ¿Qué alcance tiene realmente vuestra tecnología?
Estamos desarrollando una tecnología de precisión mediante un implante de grafeno, un material semiconductor que permite crear dispositivos muy pequeños. Este implante, colocado en el cráneo, cuenta con sensores capaces de diagnosticar y tratar en tiempo real. Es como tener un mini neurólogo en el cerebro, que detecta problemas y actúa justo cuando es necesario.
Sois pioneros en implantes cerebrales de grafeno, que ya habéis probado con éxito en un paciente con cáncer. También pueden surgir aplicaciones prometedoras en epilepsia, Parkinson e ictus. ¿Cómo surgió la idea?
El mérito no es mío, sino de los cofundadores originales, José Garrido, Kostas Kostarelos y Antón Guimerà, que iniciaron esta tecnología hace 20 años, primero con diamantes y después con grafeno. Entendieron que para modular el cerebro es clave obtener información precisa de su actividad, y el grafeno permite ver el cerebro en alta resolución y de manera bidireccional, algo que facilita el desarrollo de implantes crónicos y seguros que no se degradan con el tiempo. El grafeno permite miniaturizar sensores a escala micrométrica, consiguiendo una comunicación directa con las neuronas mediante bioelectricidad, algo que los materiales tradicionales, como el platino o el iridio, no pueden hacer.
¿Cuánta información puede proporcionar el implante? ¿Hablamos de tratamiento o también puede realizar un control y seguimiento del paciente?
Para poder crear un tratamiento, hay que tener en cuenta que leer el cerebro es lo mismo que diagnosticar, mientras que escribir, es decir, estimularlo, es lo que consigue tratar. La bidireccionalidad de los sensores es lo que nos permite desarrollar una terapia y en el caso de enfermedades neurodegenerativas que afectan al sistema nervioso central, como el Parkinson, lo que podemos hacer es ir adaptando la terapia a la neurodegeneración de cada paciente. Por ejemplo, si un paciente consume algo que afecta su medicación y sufre un episodio de parálisis temporal, podemos detectar lo que está sucediendo y ayudarle a recuperarse para que vuelva a caminar con normalidad.
Y hablando del Parkinson, ¿podéis detener la degeneración?
Por ahora no, pero quizá en el futuro. Lo que podemos hacer hoy es que gracias al grafeno podemos ver lo que nos dice el cerebro como lo haríamos con un microscopio de altísima resolución y gracias a los sensores del implante, podemos procesar una gran cantidad de datos. Esta información nos indica, en tiempo real, qué efecto adverso tenemos que tratar en cada paciente. Para que funcione, todos esos biomarcadores patológicos deben seleccionarse en cuestión de milisegundos y por eso estamos utilizando inteligencia artificial, machine learning, que nos ayudará a determinar la acción correcta para cada paciente.
¿Cuáles son los principales retos del grafeno en implantes para su aprobación médica?
En nuestro sector ya existen gigantes tecnológicos que en su momento comenzaron con el platino. En los años 80, el platino se enfrentaba al mismo desafío que ahora tiene el grafeno: nunca se había implantado en el cerebro a nivel crónico. Esto nos ha proporcionado una especie de hoja de ruta para el grafeno y nos sirve de guía. Además, hemos obtenido la Food and Drug Aadminstration (FDA) Breakthrough Designation y el acceso al TAP Program, gracias al cual celebramos reuniones mensuales con la FDA con un equipo de expertos que nos va orientando. No nos dicen exactamente qué hacer, pero sí qué evitar. En este sector, perder tiempo es perder dinero y la oportunidad de innovar y ayudar a pacientes a tener una vida normal. Necesitamos que exista colaboración, es humano y fundamental en el mundo, pero también debe haber independencia y competitividad.
La IA puede ya ha demostrado ser más eficaz que la estimulación cerebral tradicional, ¿cómo crees que puede revolucionar vuestro campo?
Lo que nosotros hacemos con IA se denomina aprendizaje por refuerzo. Es decir, ayudamos al algoritmo a aprender a crear la terapia. En el futuro, con los modelos de lenguaje grandes, podremos interactuar con nuestro implante para obtener información y que nos ayude a recordar la medicación, por ejemplo. Con un mayor poder de computación y la capacidad de entrenar algoritmos más avanzados, podremos desarrollar aplicaciones y hacer correlaciones más complejas que nos ayuden a tratar al paciente con una mayor cantidad de datos. Creo que somos una de las compañías de interfaces cerebro-computadora más avanzadas en cuanto a machine learning, porque no solo contamos con más datos del sistema nervioso central, sino también del periférico, y porque estamos creando terapias. Nuestros competidores solo diagnostican, es decir, solo leen los datos para crear procesos de comunicación como mandar un tweet o encender las luces de su casa con el pensamiento, pero sin crear una terapia.
Cuando hablamos de la competencia, ¿te refieres a Elon Musk?
Uno de ellos es Elon Musk. Luego hay muchos cofundadores de Neuralink que salieron de la empresa y crearon otras compañías muy competitivas, como Precision Neuroscience o Science Corporation, pero hay más.
A finales del pasado año, la revista Science os nombró como una de las empresas medtech más prometedoras en el campo de la neurología ¿Cómo creéis que el grafeno liderará la innovación tecnológica en los próximos años?
Recientemente, se publicó un ranking de las 100 mejores compañías de interfaz cerebro-computadora, y somos cuartos a nivel mundial por encima de Neuralink y primeros en Europa. El grafeno nos brinda una ventaja competitiva clave, pero no es lo único. Lo más importante es que el sistema funcione de manera intuitiva y simple para el mayor número de personas posible. No se trata solo del material, sino de cómo se integra en un sistema inteligente que empodere a los pacientes. Al final, los pacientes solo ven a sus médicos dos veces al año para hacer un seguimiento. ¿Y qué puede hacer un médico en 15 minutos? No sabe lo que sucede en tu día a día. Por eso, cuanto más podamos gestionar nuestra propia salud, mejor. Es una cuestión de autocuidado con la ayuda del equipo médico. Los pacientes han estado privados de sus propios datos, y también los necesitan para gestionar su enfermedad.
Habéis levantado una gran inversión y expandido el equipo a más de 70 personas de 20 países. ¿Qué desafíos ha supuesto este crecimiento?
Tengo la convicción de que las personas son lo primero en toda empresa, antes que cualquier producto. Un verdadero equipo es un grupo de personas que consiguen influir de manera positiva. Encontrar la combinación adecuada para ese propósito es como encontrar pareja, no sucede de la noche a la mañana. Hay que saber lo que se quiere, tener claro el rumbo y compartir un proyecto común. Un valor que fomentamos es el game changer, es decir, personas que no se rinden y que, aunque se caigan, siempre se vuelven a levantar. Buscamos a personas con convicciones fuertes que compartan nuestro propósito y que estén dispuestas a comprometerse.
En el ámbito de la biotecnología, ¿os encontráis con talento joven que busca formar parte de una ciencia más próxima a la sociedad que antes?
En general, veo una desmotivación generacional entre los jóvenes y creo que tenemos la responsabilidad de crear misiones importantes para crear esa motivación. Desde INBRAIN intentamos atraer a gente formada para que tenga la oportunidad de formar parte de nuestra misión y sentirse motivada, Siempre lo digo, pero creo que en España y en Europa, hemos invertido mucho tiempo y dinero en investigación con publicaciones alucinantes, que luego se han quedado en un cajón. Necesitamos crear tejido industrial y trasladar la investigación al desarrollo. Una terapia, por muy espectacular que sea sobre el papel, tiene que llegar a la vida de las personas y debemos ofrecerles a los jóvenes esa forma de pensar y de actuar.
Leyendo tu biografía, la tuya es una historia de valentía y determinación. ¿Crees que son habilidades esenciales para emprender?
Sí, no puedes tener miedo. El miedo te paraliza y no te lleva a ningún sitio. Siempre me digo a mí misma que la vida está al otro lado del miedo. He viajado sola a India y a otros países, y ves de todo, pero ¿cuál es la alternativa? Yo prefiero probar y experimentar. Hay una canción que dice, «haz algo cada día que te asuste». Tendemos a seguir la misma rutina, como ir siempre al supermercado por la misma calle o comer lo mismo, pero hay que atreverse a salir, a aprender, a no quedarnos en nuestro círculo más cercano.
INBRAIN se encuentra en una fase de crecimiento tanto en infraestructuras como en equipo. ¿Hacia dónde dirigís vuestra evolución?
El año pasado logramos un hito increíble al implantar por primera vez una interfaz de grafeno en el cerebro humano. Fue en Manchester, donde hay una comunidad científica muy fuerte en grafeno, puesto que el premio Nobel de Grafeno se consiguió allí, y gracias a eso conseguimos cerrar una gran ronda de financiación importante y sostenible. Ahora nuestro reto es llevar esta tecnología a un uso crónico, porque el primer implante fue algo puntual que pudimos hacer durante una cirugía de resección tumoral. Para hacerlo posible, necesitamos sumar talento que nos ayude a avanzar de forma segura cumpliendo con la regulación. Hasta ahora, hemos trabajado en el Centro Nacional de Microelectrónica (CNM), que cuenta con una infraestructura excelente pero más orientada a la investigación. Para ser más independientes, buscamos nuestra propia instalación y, en este sentido, el proyecto InnoFab, que busca desarrollar salas blancas avanzadas para la industria de semiconductores, es una iniciativa clave con la que estamos alineados para seguir industrializando Europa y lograr cambiar el mundo de forma positiva desde donde antes no era posible.



