Andrés Lara vive permanentemente en estado de alerta, pero lo disimula bastante bien gracias a su tono afable y tranquilo. Ya se trate de una avería repentina o de una mejora en las instalaciones, siempre encuentra una solución. Su habilidad para resolver problemas sobre la marcha y coordinar al equipo garantiza la actividad de mantenimiento del Parque, con un área de actuación de 100.000 m².

Como responsable de Mantenimiento, ¿en qué consiste tu día a día y cómo te organizas con tu equipo?

Mi día a día se divide a partes iguales entre tareas de gestión en la oficina y trabajo de campo con los operarios y los usuarios, resolviendo incidencias y coordinando necesidades con otras áreas. Dedicamos un 60 % del tiempo al mantenimiento correctivo. En el equipo interno somos tres personas y el resto del servicio está subcontratado. Siempre hay, como mínimo, dos personas de mantenimiento disponibles las 24 horas del día, los 365 días del año, incluidos fines de semana y festivos.

¿Cuáles son las incidencias más frecuentes y cuántas atendéis al día?

Para ponerlo en números, gestionamos unas 9.000 órdenes de trabajo de incidencias al año y acumulamos alrededor de 40.000 horas de mantenimiento anuales. Las incidencias más frecuentes en un día de trabajo están relacionadas principalmente con la electricidad. Uno de los problemas más comunes son los cortes de suministro por parte de la compañía. Por suerte, disponemos de generadores que se activan cuando se produce un corte, pero los microcortes pueden afectar a los laboratorios, especialmente cuando los procesos están en marcha durante la noche o varios días. Para evitar esto, tenemos casi 100 SAI (sistemas de alimentación ininterrumpida) para equipos críticos, que permiten que, cuando hay un corte, los equipos sigan funcionando gracias a las baterías.

¿Cuáles son las principales preocupaciones en instalaciones especializadas como los laboratorios y el estabulario en el mantenimiento del Parque?

Los laboratorios representan el 80 % del tiempo de trabajo de mantenimiento, principalmente en los edificios Hèlix, Clúster I y Clúster II, ya que son los que tienen más instalaciones. En las zonas de laboratorios, cada espacio requiere un climatizador independiente para controlar la temperatura y la humedad, garantizando así la seguridad y el buen funcionamiento. Los estabularios, que suman casi 1.600 m² entre ambos, tienen condiciones ambientales críticas para los animales, por lo que contamos con un operario casi exclusivo asignado a ellos. También al equipo de resonancia magnética nuclear (RMN), que tiene un imán que debe mantener una temperatura muy estable y no puede variar más de dos o tres décimas.

¿Recuerdas alguna anécdota o situación inusual que hayas tenido que afrontar en tu actividad diaria?

Recuerdo cuando empezamos y solo teníamos el Clúster I y la Torre D, un edificio aislado. Todo estaba en obras y la Torre D se suministraba desde una estación transformadora, donde ahora está la entrada al parking. Un fin de semana, se produjo un corte de luz en la Torre D y el operario fue a revisarlo, pensando que sería un corte de la compañía. Pero al ver que había corriente, se dio cuenta de que nos habían cortado y robado los cables de cobre. ¡Pero lo más sorprendente es que lo hicieron con tensión, una situación muy peligrosa!