
Valerie Vanhooren, CEO y cofundadora de ONA Therapeutics: «Ser empresario es uno de los viajes más gratificantes – y también más desafiantes – en el que alguien puede embarcarse»
Desde muy joven, sintió el deseo de mejorar la vida de las personas y descubrió que la ciencia era el camino más eficaz para lograr este objetivo. A pesar de su pasión por la biología, pronto desarrolló un profundo interés por el mundo empresarial. Describe el emprendimiento como algo a la vez extraordinariamente gratificante y excepcionalmente exigente. Como CEO de Ona Therapeutics, su misión principal es desarrollar terapias transformadoras que mejoren de manera significativa la vida de los pacientes que luchan contra cánceres avanzados.
Has sido protagonista de un reciente artículo de Bloomberg sobre cómo España se ha convertido en el punto neurálgico de la gran industria farmacéutica en Europa en ciencias de la vida. ¿Es realmente Barcelona the place to be?
Es una evolución muy positiva, porque construir un ecosistema fuerte y dinámico es esencial para un crecimiento sostenido. Estamos viendo cómo surgen cada vez más empresas biotecnológicas, al mismo tiempo que aumenta la presencia farmacéutica. Ambos sectores prosperan gracias a la fertilización cruzada y la colaboración, lo cual es fantástico para atraer y retener talento, ya que genera muchas nuevas oportunidades profesionales. Las farmacéuticas vienen aquí por las mismas razones que las biotechs: la proximidad a hospitales de primer nivel y centros de investigación de clase mundial. España lidera Europa en ensayos clínicos y ocupa la cuarta posición mundial —solo por detrás de Japón, China y Estados Unidos—, un logro enorme. Para las pharma, estar cerca de estas instituciones supone una ventaja estratégica clave. Además, existe mucho margen de crecimiento, los costes operativos son relativamente más bajos que en otros grandes polos, y contamos con una amplia cantera de talento altamente cualificado y motivado. En el centro de este ecosistema vibrante se encuentra Barcelona, que la convierte en uno de los lugares más estimulantes en ciencias de la vida hoy en día.
Tus esfuerzos de investigación y desarrollo se centran en la metástasis. ¿Qué os llevó a concentraros en esta fase de la enfermedad?
Muchos tumores primarios pueden extirparse quirúrgicamente, y existen múltiples terapias disponibles que incluso pueden curar a un número importante de estos pacientes. Sin embargo, cuando un tumor se disemina a otras partes del cuerpo, las células cancerosas sufren cambios respecto al tumor original y la enfermedad adquiere nuevas características. Para sobrevivir en estos nuevos entornos y escapar al sistema inmunitario, las células cancerosas modifican su estado biológico. Esta transformación es una de las razones por las que los cánceres avanzados responden mal a terapias desarrolladas para tumores primarios. Nuestro objetivo es desarrollar tratamientos concebidos específicamente para estas fases avanzadas, ayudando a los pacientes a vivir más tiempo aunque la enfermedad no pueda eliminarse del todo. El enfoque es similar al del manejo del VIH, donde el tratamiento continuado permite llevar una vida normal sin alcanzar una curación completa. Nuestra misión es crear terapias dirigidas específicamente contra tumores avanzados para prolongar de forma significativa la vida de los pacientes.
¿Hay metástasis más difíciles de tratar que otras? ¿Significa esto que, en caso de metástasis, el cáncer también es más agresivo?
Nos centramos en cáncer de mama, gástrico, de colon y de hígado. A partir de estudios preclínicos y de análisis de biopsias de pacientes con estos tipos de tumores, observamos una sobreexpresión muy significativa de nuestro objetivo terapéutico. Esto sugiere que nuestro fármaco puede ser especialmente eficaz en estas indicaciones. En general, la enfermedad metastásica refleja una forma más agresiva de cáncer, ya que las células se han adaptado para sobrevivir en nuevos entornos y escapar del sistema inmunitario. Algunas metástasis son efectivamente más difíciles de tratar que otras, dependiendo de factores como el órgano que colonizan, sus características biológicas o su grado de resistencia a las terapias existentes. Nuestra estrategia está diseñada específicamente para afrontar estos retos atacando la biología única de los tumores avanzados.
¿Y cómo funciona vuestro fármaco para conseguirlo?
Nuestro objetivo principal está altamente sobreexpresado en las células tumorales de mama, gástricas, de colon y de hígado. Estas células dependen de esa sobreexpresión para activar mecanismos de supervivencia necesarios para su crecimiento continuado. Estamos desarrollando conjugados anticuerpo-fármaco (ADCs), que representan la tercera generación de terapias contra el cáncer. La primera generación en oncología consistía en pequeñas moléculas, como los agentes de quimioterapia, que eran eficaces pero no específicos, y dañaban tanto a las células cancerosas como a las sanas. La segunda generación introdujo los anticuerpos monoclonales, que atacan específicamente a las células tumorales y bloquean determinadas funciones proteicas; sin embargo, con el tiempo, los tumores pueden adaptarse y desarrollar resistencia.
Nuestro enfoque combina los puntos fuertes de ambas estrategias. Los ADCs utilizan un anticuerpo que identifica específicamente el tumor y transporta una carga química. Esto permite al anticuerpo dirigirse al tumor, bloquear señales críticas de supervivencia y liberar un agente quimioterapéutico potente directamente en las células cancerosas. De este modo, potenciamos la eficacia de la quimioterapia a la vez que reducimos de manera significativa la toxicidad en tejidos sanos.
¿Y en cuanto a la prevención? Cada vez hay más evidencias de la influencia del estilo de vida y el entorno en la aparición del cáncer. ¿Significa esto que los esfuerzos farmacológicos en prevención no tienen sentido?
La prevención y el diagnóstico precoz son absolutamente complementarios. Idealmente, me encantaría que mi trabajo quedase obsoleto —un mundo sin cáncer avanzado. Pero, realísticamente, no creo que eso suceda en un futuro cercano. Deberíamos invertir más en diagnóstico y animar a la población a hacerse revisiones periódicas. Uno de los retos es que el diagnóstico no siempre resulta rentable para la industria farmacéutica, que tiende a priorizar áreas con mayor retorno económico. Sin embargo, el diagnóstico puede tener un impacto enorme. Por ejemplo, en el cáncer de colon, una simple prueba anual de sangre en heces —que cuesta alrededor de un euro— puede marcar una enorme diferencia en la detección precoz.
En cuanto a la prevención, muchos factores de estilo de vida y ambientales sí se pueden controlar. El tabaquismo, por ejemplo, aumenta de manera muy significativa el riesgo de muchos tipos de cáncer. El ejercicio tiene un papel protector, y la alimentación también parece influir, aunque la investigación en ese campo sigue evolucionando. Ahora bien, el estilo de vida solo es una parte de la ecuación. La genética desempeña un papel crítico. Algunas personas tienen mayor riesgo debido a mutaciones hereditarias, y, lamentablemente, todavía no entendemos del todo la compleja interacción de factores genéticos. Para personas con antecedentes familiares de cáncer, la vigilancia adicional y las revisiones periódicas son especialmente importantes.
¿Cuáles son los próximos grandes hitos de la empresa? ¿Cuándo prevéis llegar a fase clínica I?
Estamos avanzando con dos ADCs en nuestra cartera. El ONA-255 se desarrolla para cáncer de mama y gástrico, mientras que el ONA-389 está enfocado en colon e hígado. Prevemos que el ONA-255 entre en estudios clínicos a finales de este año. En cuanto al ONA-389, estamos a punto de iniciar estudios IND-enabling, con el objetivo de llegar a ensayos First-in-Human (FIH) aproximadamente un año después del ONA-255. Nuestro primer ensayo clínico, Fase 1A, se llevará a cabo en cinco centros en España, incluidos dos en Barcelona —Vall d’Hebron y Hospital Clínic. A medida que avancemos hacia la Fase 1B y la Fase 2, planeamos ampliar la presencia clínica a toda Europa.
Actualmente eres la CEO de la empresa, pero ¿era algo que tenías en mente? ¿Crees que hoy en día hay más científicos con mentalidad empresarial?
Todo sucedió de manera muy natural. Desde pequeña, sabía que quería trabajar en el sector farmacéutico y marcar una diferencia real en la vida de los pacientes. Creía que si hacía bien mi trabajo, quizá podría impactar positivamente, aunque fuese en la vida de una sola persona —y eso ya era suficiente motivación. Inicialmente me imaginaba liderando un grupo de investigación académica, pero con el tiempo me di cuenta de que ese camino tenía un alcance limitado en el mundo real. Aunque creo que la investigación académica es absolutamente fundamental, cada vez me atraía más la ciencia traslacional y el lado empresarial de la innovación —áreas donde la estrategia y la negociación son clave. Durante el doctorado, comprendí que no estaba destinada a ser una científica pura. Di el paso hacia un rol de líder de proyecto dentro de la industria farmacéutica, donde hay que entender profundamente la ciencia pero también gestionar proyectos casi como un mini-CEO. Llegar a ser CEO fue el paso natural siguiente —un reto mucho mayor, sin duda, pero para el que, inconscientemente, me había estado preparando toda la carrera.
Este año habéis anunciado la incorporación de nuevos miembros al equipo directivo, uno de ellos es el Dr. Aleix Prat, del Hospital Clínic. ¿Qué planes tiene la empresa con su incorporación?
Aleix ha sido clave en nuestro trabajo —de hecho, lleva más de dos años colaborando con nosotros. Fue él quien descubrió por primera vez nuestro objetivo terapéutico. Fue una verdadera simbiosis: como clínico, Aleix identificó una gran necesidad médica no cubierta en el cáncer de mama, donde los pacientes tenían pocas opciones de tratamiento. A través de una investigación extensa en muestras de tumores, y en colaboración con el Dr. Roger Gomis del IRB, encontró que este objetivo estaba significativamente sobreexpresado y vio su potencial como oportunidad terapéutica. Pero necesitaba apoyo para trasladar ese hallazgo a un fármaco viable —y fue entonces cuando nos conectamos. Desde entonces, hemos trabajado codo con codo. Creo que es absolutamente crítico, en las primeras etapas del desarrollo de un fármaco, involucrar a los clínicos desde el principio. Ellos ayudan a responder preguntas fundamentales: ¿Tiene sentido este fármaco? ¿Existe realmente una necesidad médica no cubierta? ¿Beneficiará de verdad a los pacientes? Aleix desempeñó un papel clave en darnos esa visión. Hoy preside nuestro consejo asesor, y su implicación es inestimable. Contar con un clínico de su nivel no solo refuerza nuestro enfoque científico y estratégico, sino que también ayuda a crear conexiones con la comunidad clínica más amplia para impulsar el desarrollo y la futura adopción de nuestras terapias.
Ser mujer científica y emprendedora parece un camino difícil. ¿Qué has aprendido en el trayecto y qué consejo darías a otras mujeres?
Primero, quiero subrayar que ser emprendedor —seas hombre o mujer— es increíblemente exigente. Es uno de los caminos más apasionantes y gratificantes que se pueden elegir, pero también requiere mucha resiliencia. Hay días en los que llegan avances positivos y, al día siguiente, aparecen contratiempos inesperados. Es realmente una montaña rusa emocional. Sin embargo, si tienes un buen equipo a tu lado, puedes superar esos retos y seguir avanzando. Una lección importante que he aprendido —especialmente relevante para las mujeres— es la importancia de la confianza. La gente percibe de inmediato cuando te falta; la inseguridad se nota enseguida. Demasiadas veces tendemos a pensar que los demás son más capaces o más sabios, pero eso simplemente no es cierto. Mi consejo es: sé confiada, cree en tus habilidades y mantén siempre la disposición de aprender. No tengas miedo de admitir cuando no sabes algo —pero sé proactiva y comprometida en encontrar la respuesta. La confianza y la voluntad de crecer son claves para alcanzar el éxito.



