El buen tiempo y las pausas de los calendarios laboral y escolar invitan a planificar las vacaciones. Normalmente se busca un cambio de rutinas y se piensa en viajar.

Hace semanas que la publicidad nos presenta planes espectaculares a precios increíbles: volar a América por 240€, visitar las islas Baleares o las Canarias por menos de 50€, navegar por el mar Mediterráneo a precios bajísimos, paquetes de estadas en hoteles lujosos con ofertas únicas, facilidades bancarias para consumos exagerados, compras a plazos sin intereses… pero, ¿el planeta puede asumir este ritmo de consumo desmedido?

Las zonas más visitadas han perdido la capacidad natural de regeneración. La presión turística agota los recursos esenciales como el agua, los alimentos y la energía eléctrica; fomenta la producción de residuos y provoca la contaminación del aire con el transporte.

Planteemos nuestras vacaciones con sensibilidad y responsabilidad. Si cambiamos de destino, busquemos aportar beneficios a la población local, respetemos la cultura y las tradiciones y minimicemos la huella ambiental sobre el entorno.

Este mes de junio hemos vivido temperaturas desmedidas que refuerzan la emergencia climática actual. Solo un cambio de hábitos colectivo permitirá avanzar en las políticas contra el cambio climático para evitar que la temperatura global aumente más de 1,5 ºC y conseguir la sostenibilidad energética.