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 02.10.2024

¡Cuidamos el agua limpia y agua sucia! Está en nuestras manos

Las extensas lluvias del pasado mayo han permitido pasar un verano con ciertas restricciones de agua, pero lejos de las medidas obligadas que se impusieron en fase de excepcionalidad del segundo trimestre.

La sequía no ha terminado y debemos seguir aplicando acciones dirigidas a consolidar una nueva cultura del agua real para no depender de las lluvias, demasiado intermitentes y escasas. El clima mediterráneo y la emergencia climática son una restricción al crecimiento ilimitado de la producción agrícola y ganadera, la industria y las promociones urbanísticas, los grandes consumidores actuales de agua.

La nueva gestión de la demanda está orientada a preservar los ecosistemas fluviales superficiales y subterráneos y evitar la sobreexplotación del recurso hídrico. La escasez de agua de los últimos años han desarrollado medidas tecnológicas como la desalinización, la regeneración de agua residual y el uso directo de las aguas grises. Todas ellas son soluciones útiles, pero sujetas a grandes consumos energéticos que las encarecen.

Particularmente debemos seguir prestando atención al consumo directo del agua ya no contaminar innecesariamente el agua residual. La presencia de sólidos en las aguas residuales dificulta y encarece su depuración.

Un ejemplo claro es el problema que provocan las toallitas húmedas en las aguas de salida. Actualmente, las toallitas son el tercer residuo más común hallado en los espacios naturales, principalmente en ecosistemas fluviales y marinos. Eliminar las toallitas de nuestras vidas es una acción fácil y muy beneficiosa.

Para hacer frente a la sequía y los efectos de la emergencia climática sobre el agua son necesarias medidas de gobierno y gestión y es necesaria la implicación de la ciudadanía.